Hoy queremos rescatar del olvido una de estas leyendas que ha mantenido todo su misterio desde que nuestros antepasados comenzaron a venerar y temer a partes iguales a los seres de los que hablaremos; una de esas historias que llenan e inundan nuestros barrancos de un halo de respeto y notoriedad que invitan tan sólo a los incautos a sumergirse en sus conocimientos, se trata de la leyenda de los Tibicenas.
A lo largo de los años, muchas son las historias que nos llegan desde apenas unos infantes sobre leyendas de todo tipo de índole, algunas con el fin de estremecer a los mas pequeños para encaminar su comportamiento o con tal de compartir historietas con familia y allegados.
Por nuestra localización estratégica geográficamente hablando, Canarias ha sido un "caldero" donde decenas de culturas mezcladas en el tiempo añadían historias propias y singulares a modo de ingredientes durante años, cocinando así lo que hoy es nuestro patrimonio cultural. Desde latino américa hasta europa, pasando como no por áfrica, y tiempo después de la colonización desde lugares mas fríos e inhóspitos, miles han sido los cuentos y fábulas que han nutrido nuestro ya de por sí rico legado.
La comparación o connotación de este fenómeno con otros semi-idénticos de origen europeo, (Francia, Inglaterra) es inevitable, ya que en los folclores populares de dichas tierras existen testimonios antiguos de apariciones de seres cuanto menos similares, con un propósito casi calcado del de nuestras islas, así que es difícil dibujar en la nublosa línea del tiempo en qué momento se juntó la historia aborigen canaria con la tradición traída desde fuera por parte de los colonizadores europeos, si bien si podemos afirmar que ambas historias beben y se nutren entre sí, haciendo mas palpable su relato por un mayor alcance de personas. Su presencia además no pasó inadvertida por los colonos ni por la sucesión de población del resto de Europa que a nosotros llegó, incluso el cronista historiador "Pedro Gómez Escudero" recogía en las páginas de una de sus obras: "Muchas y frecuentes veces se les aparecía el demonio en forma de perro muy grande y lanudo de noche y de día y en otras varias formas que llamaban Tibicenas".
La leyenda de los Tibicenas, o Guacanchas como se les conoce en la isla de Tenerife, ha sido catalogada como el fenómeno "Mothman" Canario, ya que la aparición de estos seres les acompañaba toda una serie de desgracias y malos augurios, ya que no es de extrañar que los aborígenes canarios les temieran y rindieran culto por igual, haciendo pequeños sacrificios o representándolos en ídolos de barro cocido y terracota, Para obtener el favor de estos seres espectrales para no sufrir sus encuentros podría ser el motivo por el cual, se han hallado estos curiosos ídolos de forma humana y de animales. Algunos ídolos son muy extraños, ya que representan a una especie de mono u oso, cuando ambos animales no existen en la fauna isleña, ya que la forma que se les atribuye dicta mucho de estas especies.
Los Tibicenas eran representados como perros gigantes, muy lanudos y de color negro intenso, con un fulgor etéreo en los ojos que los dotaba del halo fantasmal y espiritual al que se le rendía culto. La aparición de uno o varios de ellos por sendas, barrancos al caminante eran motivo de caos en el poblado, ya que la desgracia les acompañaba, como si de un compañero fiel, amansado por la mano del mismo terror, quisiera avisar a los habitantes de lo que se avecinaba.
Su veneración era tal, que las harimaguadas canarias poseían una serie de rituales de invocación y ofrenda que en noches señaladas por los augurios de éstos seres, ofrecían perfumes elaborados con resinas y vegetales en busca de ganarse el favor y el perdón de estas presencias procedentes del inframundo.
Hoy en día, en ambientes urbanos se desconoce la existencia estos seres, pero en el medio rural isleño es diferente, ya que la oro-grafía propicia que existan muchos parajes solitarios, y barrancos profundos y sombríos, aspecto este que favorece las apariciones en los lugares más remotos y peor iluminados, por lo que pequeñas historias de pueblos y localidades aún recogen en el interior de esas voces apagadas y susurrantes de sus habitantes mas longevos las leyendas de estos seres que producen un escalofrío al atisbarlos en la penumbra, acompañados de testimonios inauditos de personas que aún creen en su existencia por vivencias y experiencias propias; ponerlas o no en tela de juicio corresponde al criterio de cada uno, pero cuánto menos que guardar el respeto por la creencia local y la veneración histórica que procesaba estos seres.
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